Si te preocupa algo, no estás solo. La mayoría de los niños se preocupan a veces. Preocuparse es una forma de anticiparse a lo que pueda ocurrir. Es como si tu mente se preguntara: «¿Y si pasa esto?» «¿Y si pasa otra cosa?»
Por ejemplo, cuando te preocupas, te puedes preguntar: «¿Me saldrán bien las cosas?» «¿Me saldrá todo bien?» «¿Y si no me va bien?»
Si te preocupa un problema, te puedes preguntar: «¿Cómo lo puedo solucionar?» «¿Qué voy a hacer con este problema?».
Si te preocupa tu seguridad, es posible que pienses: «¿Es seguro que haga esto?» «¿Podría hacerme daño?»
Cuando te enfrentas a algo nuevo, como ir a una nueva escuela, te puedes preguntar: «¿Estoy preparado?» «¿Cómo va a ser?» «¿Encontraré buenos amigos?» «¿Me encontraré bien en el grupo?»
Si estás preocupado por alguien que te importa, puedes pensar: «¿Estará bien?» «¿Qué puedo hacer para ayudar?»
¿Recuerdas alguna vez en que te hayas sentido preocupado por algo? ¿De qué te preocupaste? ¿Qué hiciste? ¿Cómo te fueron las cosas?
¿Qué debo hacer cuando estoy preocupado?
Si hay algo que te preocupa, te ayudará contárselo a uno de tus papás. Ellos te pueden escuchar y hablar contigo sobre ello. Podrás sentir su apoyo. Juntos podrán encontrar la mejor manera de afrontar lo que te preocupa. Así te sentirás más seguro y mucho menos preocupado.
Aquí tienes algunas cosas que puedes hacer cuando estés preocupado:
- Deja que la preocupación vaya y venga. Si se te pasa por la cabeza alguna preocupación, no pasa nada. Permite que esté allí. No tienes que hacer que desaparezca. Basta con que la percibas. Encuentra las palabras adecuadas para describirla. Por ejemplo, si notas que te preocupa ir una escuela nueva, te puedes decir a ti mismo: «Me preocupa empezar en mi nueva escuela. Todavía no sé si me resultará fácil hacer amigos».
- Aprende a identificar tus preocupaciones. Una preocupación es una forma de pensar en lo que te podría ir mal. Pero eso no significa que las cosas vayan a ir así. Recuérdate a ti mismo que hay muchas posibilidades de que las cosas salgan bien.
- Habla contigo mismo sobre ello. Reflexiona sobre si hay algo útil que podrías decirte a ti mismo. Por ejemplo, te puedes decir a ti mismo: «Igual que hice amigos en mi antigua escuela, también los haré en el nuevo». O: «Será divertido conocer a chicos nuevos». Recuérdate a ti mismo que pueden ocurrir cosas buenas: «Podría dar con un nuevo y estupendo mejor amigo».
A veces, basta con hacer estas tres cosas para sentirse más animado y menos preocupado. Tal vez ya estés listo para dejar de preocuparte. Quizás ya estés preparado para centrarte en las partes buenas y en lo que puedes hacer para que las cosas te vayan bien.
A veces necesitarás un poco más de ayuda para saber qué es lo que te preocupa. He aquí algunas cosas a poner en práctica:
- Comparte lo que te preocupa. Cuando estés preocupado, te ayudará hablar con alguien, como tus papás. Tal vez solo necesites que te escuchen y te apoyen. Cuando explicas una preocupación en voz alta puede parecer más pequeña y más fácil de manejar. Hablar sobre ella te puede ayudar a pensar en cómo actuar.
- Deja que uno de tus papás te ayude. Si aún no estás seguro de cómo afrontar las cosas o de cómo desprenderte de tu preocupación, tus papás te pueden ayudar a reflexionar. Uno de tus papás te puede ayudar a prepararte para lo que se avecina.
Por ejemplo, si se trata de un examen o de otro tipo de prueba, te pueden ayudar a estudiar o a practicar. Te pueden recordar que pienses: «Lo haré lo mejor que pueda». Si se trata de hacer amigos, puedes jugar a juegos de rol con tus papás. Juntos, pueden probar cosas divertidas a decir y a hacer. Uno de tus papás te puede recordar que no pasa nada si no sabes exactamente cómo te van a salir las cosas.
- Fíjate también en los demás sentimientos que también tengas. Cuando estés preocupado, también tendrás otros sentimientos y pensamientos. Aunque una parte de ti se pueda sentir preocupada, otra parte se puede sentir entusiasmada. Tal vez pienses: «¡Me muero de ganas por empezar secundaria!». Es posible que una parte de ti esté deseando ver qué es lo que se te avecina. Tal vez tengas claro que lo quieres hacer lo mejor posible. «Voy a hacer una prueba para entrar en el equipo». Tal vez te sientas emocionado, curioso y lleno de esperanzas.
No te centres solo en lo que te preocupa. Fíjate en los buenos sentimientos que también tienes junto con tu preocupación. Piensa también en las cosas buenas que pueden ocurrir.
- Afronta lo que te preocupa. Tal vez quieras evitar las cosas que te preocupan. Pero si evitas esas cosas, nunca te darás la oportunidad de comprobar si las puedes afrontar. Es mejor que te prepares, encuentres apoyo, te armes de valor y afrontes tus preocupaciones. Tal vez te sorprenda saber lo bien que te pueden ir las cosas y lo que puedes llegar a aguantar. Así es como adquirirás valor y confianza.
¿Y si me preocupo demasiado?
Está bien preocuparse a veces. Pero algunos niños se preocupan demasiado o con demasiada frecuencia. Tener demasiadas preocupaciones es duro para un niño y le impide disfrutar de las cosas tanto como podría. Cuando un niño se preocupa demasiado, necesitará ayuda extra para preocuparse menos.
Díselo a uno de tus papás si tus preocupaciones:
- ocupan mucha parte de tu tiempo, atención y energía
- te causan malestar, estrés o miedo
- están en tu mente cada día
- se han convertido en un hábito
- te resultan demasiado difíciles de manejar
- te hacen sentir que debes hacer cosas para mantenerte a salvo o para evitar que ocurran cosas malas
Incluso en lo que respecta a las preocupaciones importantes, puedes recibir ayuda para que te preocupes menos. El primer paso para que te encuentres mejor es que se lo hagas saber a un adulto. Compartir lo que te pasa y recibir la ayuda adecuada puede ser un gran alivio para ti.