Los electromiogramas (EMG) miden la respuesta de los músculos y de los nervios a la actividad eléctrica. Se usan para ayudar a encontrar afecciones que pueden estar causando debilidad, como la distrofia muscular y los trastornos nerviosos.
Los músculos son estimulados por señales procedentes de unos nervios llamados neuronas motoras. Esta estimulación causa actividad eléctrica en los músculos, que hace que estos se contraigan o se tensen. Las contracciones musculares en sí mismas generan señales eléctricas.
Para llevar a cabo un EMG, se inserta una aguja provista de electrodo dentro de un músculo (la introducción de la aguja se puede notar como se nota el pinchazo de una inyección). Seguidamente, la señal del músculo se trasmite desde el electrodo a través de un cable (últimamente, sin cable) hasta un receptor/amplificador, que está conectado a un dispositivo que muestra la lectura. Los resultados se imprimen en una tira de papel a través de una impresora o, con más frecuencia, se muestran en la pantalla de una computadora.
Los EMG ayudan a diagnosticar tres tipos de enfermedades que interfieren en las contracciones normales de los músculos:
Los resultados están disponibles inmediatamente, pero un especialista médico con experiencia, generalmente un neurólogo, debe analizarlos e interpretarlos.
Nota: Toda la información es únicamente para uso educativo. Para obtener consejos médicos, diagnósticos y tratamientos específicos, consulte con su médico.
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Imágenes obtenidas de The Nemours Foundation y Getty Images.
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