"Estrés" es una de esas palabras que usamos con tanta frecuencia que puede
resultar difícil saber qué significa. Existen diferentes niveles de
estrés: ¿Sientes estrés, Estrés
o ESTRÉS?
Estrés cotidiano
Cuando hablamos de los primeros niveles de estrés, nos referimos a las presiones
normales de la vida diaria. Por ejemplo:
- El estrés de hacer encajar todas las actividades de una semana
ajetreada. Este es el tipo de estrés que puedes sentir cuando tienes
una fecha de entrega de un trabajo cuatrimestral, además de un examen de matemática
mañana y necesitas hacerte tiempo para hacer la tarea escolar habitual, hacer
de tutor de un niño y, no menos importante, acudir a tu clase de baile.
- El estrés que sientes antes de un acontecimiento que te pone nervioso.
Este es el estrés que hace que te suden las palmas de las manos antes de recitar
unas líneas en la obra de teatro de la escuela o de dar una presentación
ante tu clase o de colocarte el cinturón de seguridad para dar tu examen de
conducción.
- El estrés persistente que sientes por las cosas que ocurren en
tu vida diaria. Tal vez se trate de un malentendido con un buen amigo o el
sufrimiento de pensar si invitarás a esa persona especial a una fiesta.
Los acontecimientos estresantes de todos los días no siempre son fáciles,
pero tampoco son grandes desastres. De hecho, un poco de estrés diario puede
ser bueno. Por ejemplo, el estrés que la mayoría de nosotros siente
antes de hacer una presentación en una clase aumenta nuestra adrenalina y nos
ayuda a lograr nuestro mejor desempeño. Cuanta más práctica tengamos
con el manejo de los desafíos cotidianos, mejor podremos afrontar los desafíos
en general.
Cuanta más práctica tengamos en hacer
frente a estas situaciones, menos estrés sentiremos. Es como aprender a montar
una bicicleta en la infancia: los pozos del camino pueden ser muy atemorizantes cuando
no te sientes seguro y recién estás comenzando. Pero cuantos más
pozos esquives, más confianza sentirás. Antes de que te des cuenta,
ya estás haciendo equilibrio y controlando la situación.
El estrés cotidiano simplemente nos hace prestar atención a una situación
que merece atención. Nos recuerda que debemos ir más lento, ponernos
firmes, concentrarnos y prepararnos. Hacemos frente a estos factores de estrés
cotidianos cuando estudiamos para los exámenes, practicamos para una presentación
ante la clase o pensamos cómo resolver los problemas con un amigo. Una vez
que ponemos manos a la obra para buscar una solución a un problema, la presión
y el estrés disminuyen.
Situaciones difíciles de la vida
Además del estrés cotidiano, está el estrés de las
situaciones difíciles de la vida: las que son bastante complejas pero no ocurren
todos los días. No tenemos tanta práctica en enfrentar estos factores
de estrés medianos (¡por suerte!).
Las mudanzas, los divorcios, una
ruptura dolorosa con alguien
que apreciamos o amamos, la muerte
de alguien cercano, las emociones difíciles, los conflictos familiares; todas
estas cosas pueden causar un estrés que lleva más tiempo resolver.
Tal vez parezca que los sentimientos que acompañan a estas situaciones estresantes
jamás desaparecerán. Pero las habilidades que desarrollamos al hacer
frente a los factores de estrés cotidiano pueden ayudarnos, aunque no nos demos
cuenta.
El estrés que acompaña a las situaciones
difíciles de la vida es más fuerte y más duradero que el
estrés de todos los días. Puede ayudarte saber cómo otras personas
han enfrentado una situación similar; hablar con alguien cercano sobre lo que
harás; y buscar apoyo u orientación para que te ayuden a resolver, enfrentar
o adaptarte a una situación específica.
A veces, sin embargo, el estrés puede superar nuestra capacidad de hacer
frente a la situación. Quizás el estrés sea simplemente demasiado
fuerte, no tengamos las habilidades necesarias para hacer frente a distintas situaciones
o el problema que enfrentamos sea demasiado grande. Es en estos casos que el estrés
puede volverse grave.