Hablar con los demás es una forma de hacer amigos y de mantener las amistades
que ya tienes. Pero no solo se trata de saber qué decir. También es
importante dar pistas sobre cómo te sientes, como sonreír cuando estás
contento.
¿Te ha pasado alguna vez que querías pasar un rato con alguien pero
no sabías cómo pedírselo? Saber decir las cosas es algo que se
les da muy bien a algunas personas, pero hay otras que necesitan un poco de ayuda.
He aquí algunos consejos para adolescentes que quieran aprender a relacionarse
con los demás.
¿Cómo me presento?
Las presentaciones no tienen que ser complicadas. ¡Basta con que saludes
con un "Hola" y que te asegures de decir tu nombre! Tal vez quieras decir "Encantado
de conocerte" y estrecharle la mano a quien conozcas.
La clave está en sonreír, mirar a la persona a los ojos y mostrar
interés en lo que te quiera decir. Cuando te comportas así, ayudas a
los demás a saber que eres una persona amistosa y que te interesa hablar con
ellos.
He aquí algunas formas más de iniciar una conversación:
- Al entrar en una sala o en tu aula, puedes decir: "Hola, ¿qué tal?".
- En la cafetería o en el comedor, compórtate de una forma amistosa
y di: "Hola, ¿les importa si me siento con ustedes?" o bien limítate
a saludar y únete al grupo.
- Ofrece algo para compartir o echa un piropo del tipo: "Me gusta mucho tu mochila."
- Invita a otra persona a unirse a ti diciéndole: "Te quieres sentar a mi
lado?" en una clase o en una actividad de grupo.
Si te ayuda, pon en práctica lo que te gustaría decir con tu madre,
tu padre u otro adulto de confianza. Así, sabrás qué decir y
cómo actuar la próxima vez que te apetezca hablar con alguien.
¿Cómo consigo mantener la conversación?
Del mismo modo que tú hablas sobre tus cosas favoritas, también lo
hacen las otras personas. Por eso, cuando estés con otra persona, hazle preguntas
como las siguientes: "¿Qué haces para pasártelo bien?" o "¿Cuál
es tu grupo musical favorito?". Hacer preguntas como estas indica que te interesa
la persona con quien estás conversando.
Ahora haz que siga la conversación. Cuando tu interlocutor te conteste algo
como: "Me gusta jugar con mi perro", habla sobre eso. Di algo como: "Yo también
tengo un perro" o "¿Cómo se llama tu perro?". Podrías, incluso,
asentir y repetir lo que te acaba de decir, como: "Ah, o sea que tu perro se llama
Spot". Esto hace que la otra persona sepa que la has escuchado y que has entiendo
lo que te ha dicho. Seguir turnos y conseguir que se vayan alternando es lo que conforma
una conversación.
¿Cuándo debería dar por finalizada la conversación?
Cuando estés hablando con alguien, es importante que sepas cuándo
poner fin a la conversación o decir adiós. Una persona está preparada
para hablar sobre otra cosa o para acabar la conversación cuando:
- deja de mirarte a los ojos
- mira hacia otro lado o alrededor de la habitación
- echa un vistazo a su teléfono o hace otra cosa
- cambia de tema
Si te estás comunicando por mensajes de texto o chateando por Internet,
es un poco más difícil saber cuándo una persona quiere dar por
concluida una conversación. En estos casos, es una buena norma de cabecera
dejar de enviar mensajes o de chatear si no obtienes respuesta en dos mensajes seguidos.
A veces, la persona te lo pondrá más fácil y te dirá:
"Me tengo que ir. Adiós." Si necesitas concluir la conversación, puedes
decir: "Me tengo que ir", "Me ha gustado hablar contigo" o "Qué bien que nos
hayamos encontrado", si es así.
¿Qué más debería saber?
Cuando mantengas una conversación, es tan importante saber qué deberías
hacer como qué no deberías hacer. Para que tu interlocutor se sienta
cómodo:
- Habla sobre cosas distintas. No pases demasiado rato hablando
solo sobre una cosa que te interesa a ti, porque la persona se podría aburrir.
- Escoge temas de conversación que les gusten a los dos.
No hay nada peor que escuchar a una persona hablar sobre cómo se fabrican los
aviones, cuando no te interesan en absoluto los aviones.
- Deja hablar a la otra persona. Asegúrate de que das a
la otra persona la oportunidad de hablar.
- No te le acerques demasiado. Permite que la persona con quien
conversas disponga de su espacio personal. Por lo tanto, mantente, por lo menos, a
una distancia de la longitud de un brazo.
Fecha de revisión: diciembre de 2017