La primera decisión nutricional que debe tomar sobre su hijo recién
nacido es cómo alimentarlo. Las siguientes indicaciones sobre el amamantamiento
y la alimentación con fórmula lo pueden ayudar a tomar la decisión
adecuada para usted y su bebé.
¿Pecho o biberón?
La Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda que los bebés
se alimenten exclusivamente de leche materna durante aproximadamente los primeros
seis meses de vida. Después de introducir alimentos sólidos en la dieta
del bebé, la lactancia materna debe continuar durante el primer año
de vida del bebé e incluso durante más tiempo, si así lo desean
la madre y el bebé.
Pero no todas las mamás pueden o prefieren amamantar a su bebé. La
decisión entre dar el pecho o el biberón a un bebé se suele basar
en lo cómoda que se siente la madre dándole el pecho a su hijo y en
su estilo de vida. En algunos casos, la lactancia materna puede no ser recomendable
para la madre y para el bebé. Si tiene preguntas sobre si debería amamantar
a su hijo o darle fórmula, hable con su pediatra.
Recuerde que las necesidades emocionales y nutricionales de su bebé quedarán
satisfechas independientemente de que usted opte por amamantarlo o por darle el biberón.
Sobre la lactancia materna
Dar el pecho a su recién nacido tiene muchas ventajas. Tal vez lo más
importante sea que la leche materna es el alimento perfecto para el sistema digestivo
del bebé. Contiene los nutrientes que necesita un recién nacido y todos
sus componentes (lactosa, proteínas -suero y caseína- y grasa) son fáciles
de digerir. Las fórmulas comercializadas para bebés intentan imitar
a la leche materna y se le acercan bastante, pero no consiguen reproducir su composición
exacta.
Asimismo, la leche materna tiene anticuerpos que ayudan a proteger a los bebés
contra muchas enfermedades infecciosas, como las diarreas y las infecciones respiratorias.
Las investigaciones demuestran que los bebés amamantados son menos proclives
a desarrollar problemas médicos, como diabetes, hipercolesterolemia (colesterol
alto), asma
y alergias. La lactancia materna también puede reducir las probabilidades de
que un bebé desarrolle sobrepeso
u obesidad más adelante.
La lactancia materna también es muy buena para las madres. Al amamantar,
las mamás queman calorías y recuperan más rápido su forma.
Amamantar a un bebé también puede proteger a las madres del cáncer
de pecho y de ovarios.
Algunas madres comprueban que dar el pecho es más fácil y más
rápido que dar el biberón; no hace falta ningún tipo preparación
y es imposible quedarse sin leche materna en el medio de la noche. Además,
la lactancia materna es más barata. Las madres que amamantan a sus bebés
necesiten comer más y tal vez deseen comprar sujetadores y almohadillas para
lactancia, y una bomba de extracción de leche u otro equipo. Pero estos gastos
suelen ser menores que el precio de la leche de fórmula para bebés.
Dar el pecho a un bebé satisface distintas necesidades emocionales, tanto
de la madre como del bebé: el contacto piel a piel entre ambos favorece la
conexión emocional y el hecho de proporcionar una alimentación completa
al bebé puede ayudar a una madre primeriza a ganar confianza en su capacidad
para cuidar de su recién nacido.
Limitaciones de la lactancia materna
Con todas las ventajas de la lactancia materna, ¿por qué no todas
las madres optan por amamantar a sus bebés?
Dar el pecho requiere de un importante compromiso por parte de la madre. Algunas
mujeres que acaban de tener un bebé se sienten demasiado atadas por el hecho
de tener que amamantar a sus recién nacidos. Como la leche materna se digiere
con gran facilidad, los bebés amamantados tienden a alimentarse más
a menudo que los que ingieren leche de fórmula. Esto significa que los bebés
pueden pedir que los amamanten cada 2 o 3 horas durante las primeras semanas de vida.
Aunque pueda resultar agotador para la madre, al cabo de muy poco tiempo, los bebés
pedirán el pecho con menos frecuencia y dormirán más por la noche.
Algunas madres necesitan volver a trabajar fuera de casa o separarse de sus bebés
de vez en cuando por otros motivos. Algunas de estas madres optan por alimentar a
sus bebés con leche de fórmula para que otro cuidador les pueda dar
el biberón. Las madres que deciden seguir alimentando a sus bebés con
leche materna pueden utilizar una bomba de extracción de leche para recoger
su propia leche, que otro cuidador dará al bebé con un biberón.
Esto permite que los bebés sigan disfrutando de las ventajas de la leche materna
aunque no los puedan amamantar.
Otros integrantes de la familia (principalmente los padres) tal vez deseen compartir
la tarea de alimentar al bebé. Mientras la madre amamanta al bebé, el
padre o los hermanos pueden querer estar cerca. Ayudar a la madre a ponerse cómoda
o facilitarle una toallita para que eructe el bebé cuando la necesite, les
permitirá formar parte de esa experiencia.
Una vez que esté bien establecida la lactancia materna, otros miembros de
la familia podrán colaborar, dándole al bebé biberones de leche
materna previamente extraída cuando la madre necesite descansar.
A veces, las mujeres se sienten avergonzadas o preocupadas por la lactancia materna.
Estos sentimientos suelen desaparecer en cuanto consiguen dominar el procedimiento
de dar el pecho al bebé. Suele ayudar pedir consejo a otras mujeres que hayan
vivido la misma experiencia. La mayoría de los hospitales y centros de maternidad
ofrecen formación precisa sobre las técnicas de lactancia materna a
las madres primerizas.
Su pediatra o su enfermero pueden responder a sus preguntas o bien ponerla en contacto
con un asesor en lactancia materna o con un grupo de apoyo.
En algunos casos, la salud de la madre puede afectar su posibilidad de amamantar
al bebé. Por ejemplo, las madres que están haciendo quimioterapia para
el cáncer y las que están infectadas por el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH, el virus que causa el SIDA) no deben amamantar.
Si usted padece alguna afección médica o toma medicamentos con regularidad,
o si usted o su bebé se enferman, hable con su médico sobre si es adecuado
amamantar al bebé. Si debe dejar de amamantar al bebé durante un tiempo,
continúe extrayéndose leche para mantener su producción.
En algunas situaciones, tal vez no sea posible amamantar al bebé; por ejemplo,
cuando el bebé está enfermo o cuando es prematuro. Las madres deben
hablar con el médico de sus hijos sobre cómo extraer y conservar la
leche materna. Incluso si el bebé no puede succionar del pecho, es posible
que le puedan administrar leche materna mediante una sonda o con un biberón.
A veces, las madres con pezones invertidos pueden tener dificultades para amamantar.
Pero, con la ayuda de un asesor en lactancia, este problema se puede resolver. Del
mismo modo, las mujeres que se han sometido a cirugía estética en los
senos deberían poder amamantar con éxito. Si tiene alguna preocupación,
hable con su médico.
Evite el uso de chupetes o biberones hasta que la lactancia materna esté
bien establecida, lo que suele ocurrir después del primer mes de vida. Dárselos
al bebé antes de ese momento puede generar una “confusión tetina-pezón”
y hacer que el bebé pierda el interés por el pecho materno.