Transfusiones de sangre
Unas palabras sobre la sangre
Probablemente estarías mucho más tranquilo si tu sangre se limitara
a quedarse en su sitio, o sea, dentro de tu cuerpo. Pero las transfusiones de sangre
salvan vidas cada día. Los hospitales necesitan sangre para las personas con
heridas importantes, así como para quienes se someten a operaciones de corazón,
transplantes de órganos, tratamientos del cáncer o de otras enfermedades
que afectan a la sangre, como la anemia falciforme. De hecho, aproximadamente 5 millones
de personas reciben transfusiones de sangre en EE.UU. cada año.
La sangre viene a ser el sistema de transporte del cuerpo, siempre ocupado recogiendo
y repartiendo sustancias por todo el organismo. Mientras circula por el cuerpo, la
sangre reparte oxígeno y nutrientes a todos los tejidos que los necesitan.
También recoge productos de desecho, como el dióxido de carbono, y los
lleva a los órganos encargados de expulsarlos del organismo.
La sangre es una mezcla de células y líquido, y cada componente tiene
una función específica:
- Los glóbulos rojos llevan el oxígeno a los tejidos
corporales y recogen el dióxido de carbono. Los glóbulos rojos componen
entre el 40% y el 45% por ciento de la sangre de una persona y viven 120 días.
- Los glóbulos blancos forman parte del sistema inmunitario
y son la principal defensa contra las infecciones. Los glóbulos blancos componen
menos del 1% de la sangre de una persona.
- Las plaquetas son fragmentos celulares que contribuyen al proceso
de coagulación, ayudando a prevenir y controlar las hemorragias. Componen aproximadamente
el 5% de la sangre.
- El plasma es una mezcla líquida de color amarillo pálido
compuesta por agua, proteínas, electrolítos, hidratos de carbono, colesterol,
hormonas y vitaminas. Aproximadamente el 55% de la sangre es plasma.
Las células sanguíneas se fabrican en la médula ósea,
una sustancia esponjosa contenida en el interior de muchos de los huesos del cuerpo.
Un adulto maduro tiene casi 5 litros (unas 10 pintas) de sangre en el cuerpo.
¿Qué es una transfusión de sangre?
Una transfusión es un procedimiento médico relativamente sencillo
que utilizan los médicos para reponer las pérdidas de sangre, o de cualquier
parte de la sangre, como los glóbulos rojos o las plaquetas. Las transfusiones
se suelen administrar a través de una línea intravenosa,
un tubito que se inserta en una vena mediante una aguja muy fina. El procedimiento
completo suele durar aproximadamente de dos a cuatro horas, dependiendo de la cantidad
de sangre que se necesite.
Para evitar reacciones que podrían poner en peligro la vida del receptor,
su tipo de sangre debe coincidir con el tipo de sangre del donante. Hay ocho tipos
principales de sangre. Estos son:
- 0 positivo (aproximadamente el 38% de la población de EE.UU. tiene este
tipo)
- 0 negativo (aproximadamente el 7 % de la población de EE.UU.)
- A positivo (aproximadamente el 34 % de la población de EE.UU.)
- A negativo (aproximadamente el 6 % de la población de EE.UU.)
- B positivo (aproximadamente el 9 % de la población de EE.UU.)
- B negativo (aproximadamente el 2 % de la población de EE.UU.)
- AB positivo (aproximadamente el 3 % de la población de EE.UU.)
- AB negativo (solamente en torno al 1% de la población de EE.UU.)
En situaciones de emergencia, existen ciertas excepciones a la norma de que el
tipo de sangre del donante debe coincidir exactamente con el del receptor: el tipo
de sangre O negativo es el único que puede recibir cualquier receptor, independientemente
del tipo de sangre que tenga. Esto es muy útil en situaciones de emergencia
cuando los pacientes necesitan una transfusión pero se desconoce su tipo de
sangre. Por este motivo, los donantes O negativo se denominan "donantes universales".
Las personas que tienen sangre del tipo AB se denominan "receptores universales" porque
pueden recibir cualquier tipo de sangre con total seguridad.
Las transfusiones de sangre no suelen ser de sangre entera; pueden ser de cualquiera
de sus componentes. Por ejemplo, algunas personas con cáncer necesitan transfusiones
de sangre porque durante la quimioterapia la médula ósea puede perder
temporalmente la capacidad de fabricar nuevas células sanguíneas. En
estas personas, una transfusión de glóbulos rojos o de plaquetas puede
ser de gran ayuda.
Otras personas pueden necesitar plasma o solo determinadas partes del plasma. Por
ejemplo, las personas que tienen hemofilia, una enfermedad que afecta a la capacidad
de la sangre para coagularse, necesitan plasma o los factores de coagulación
contenidos en el plasma para favorecer la coagulación y prevenir las hemorragias
internas.
¿De dónde procede la sangre?
En EE.UU., las reservas de sangre que se utilizan para hacer transfusiones proceden
de personas que donan sangre voluntariamente a los bancos de sangre, de los centros
sanitarios de la administración durante las campañas de recolección
de sangre o bien de la Cruz Roja Norteamericana. La vida de muchas personas depende
de que otros estén dispuestos a donar sangre.
Cuando una persona va a someterse a una intervención quirúrgica que
puede requerir una transfusión de sangre, puede elegir de dónde recibe
la sangre. La mayoría de pacientes prefiere recibir sangre de donantes voluntarios.
Pero algunos prefieren extraerse sangre antes de la intervención para que se
la puedan transfundir en caso necesario. Esto se denomina donación de sangre
autóloga.
Otra posibilidad de transfusión de sangre es lo que se denomina donación
directa. Es cuando un familiar o amigo dona sangre específicamente
para que la usen con un receptor en concreto. En la donación directa, el donante
debe tener un tipo de sangre que sea compatible con el del receptor. Asimismo, también
deberá cumplir todos los requisitos que se le exigen a un donante voluntario
ordinario. No hay ninguna prueba médica ni científica de que la sangre
procedente de donantes directos sea mejor o más segura que la de donantes anónimos
voluntarios.
¿Quién puede donar sangre?
Para donar sangre, La Cruz Roja Norteamericana requiere que el donante tenga al
menos 17 años y que su peso sea superior a 110 libras (50 kilogramos). (En
algunos estados, la edad mínima son los 16 años con el permiso de alguno
de los padres.) Los donantes deben tener buena salud, por lo que se les hacen pruebas
de detección para ver si padecen ciertos trastornos médicos, como la
anemia. Los donantes que cumplan estos requisitos pueden dar sangre cada 56 días.
Las personas que cumplen los requisitos necesarios deberán informar sobre
sus antecedentes médicos y someterse a un exámen médico antes
de donar sangre. Los antecedentes médicos ayudan al personal del banco de sangre
a saber si hay riesgo de que el donante pueda padecer una infección que podría
transmitirse a través de la sangre.
¿Hay algún riesgo implicado?
Una persona no puede contraer ninguna infección ni enfermedad por el hecho
de donar sangre. Las agujas y demás instrumental médico empleado son
estériles y se utilizan exclusivamente con una persona, desechándose
después.
Existen escasos riesgos asociados al hecho de donar sangre. De forma ocasional,
los donantes pueden tener náuseas, sentirse un poco mareados o tener la sensación
de que se les va la cabeza, como si se fueran a desmayar, pero estos síntomas
suelen remitir rápidamente.
El cuerpo del donante suele reponer la parte líquida de la sangre (plasma)
en un plazo de 72 horas tras la donación. Se suele tardar entre cuatro y ocho
semanas en regenerar los glóbulos rojos perdidos durante una donación
de sangre. Una dieta enriquecida con hierro junto con el consumo diario de comprimidos
de hierro puede ayudar a regenerar la reserva de glóbulos rojos del donante.
¿Hasta qué punto es segura la sangre donada?
A algunas personas les preocupa poder contraer enfermedades al recibir sangre donada
infectada, pero EE.UU. dispone de una de las reservas de sangre más seguras
del mundo. Muchas organizaciones, incluyendo los bancos de sangre y el gobierno federal,
adoptan fuertes medidas para garantizar que las reservas de sangre sean seguras.
Todos los donantes de sangre deben informar detalladamente sobre sus antecedentes
médicos, incluyendo los viajes que han hecho recientemente, las infecciones
que han contraído, las medicinas que toman y los problemas de salud que padecen
o han padecido. Además, toda la sangre donada se analiza para detectar diversos
virus, incluyendo el VIH (el virus que provoca el SIDA), los virus de la hepatitis
B y C, la sífilis y el virus del Nilo Occidental. Si se detecta cualquiera
de estos virus en una sangre donada, esta se destruye. Puesto que la sangre también
puede estar infectada por bacterias, aparte de por virus, también se analizan
determinados componentes de la sangre para saber si está contaminada por bacterias.
La Food and Drug Administration (FDA) de EE.UU., regula los bancos de sangre. Todos
los centros donde se opera con sangre deben someterse a inspecciones regularmente
si quieren seguir funcionando.
¿La gente puede enfermar al someterte a una transfusión
de sangre?
La mayoría de la gente tolera muy bien las transfusiones de sangre. Pero,
como ocurre con cualquier procedimiento médico, hay algunos riesgos implicados.
Entre ellos, se incluyen los siguientes:
- Fiebre. Los pacientes pueden presentar fiebre al someterse a
una transfusión de sangre, a veces acompañada de escalofríos,
dolor de cabeza o náuseas. Estos síntomas pueden estar provocados por
una reacción entre el sistema inmunitario del receptor y las células
inmunitarias presentes en la sangre del donante. Cuando ocurre esto, los médicos
interrumpen la transfusión y administran al paciente medicamentos antipiréticos
(para bajar la fiebre). Cuando la temperatura del paciente vuelve a la normalidad,
generalmente se puede proseguir con la transfusión.
- Reacción alérgica. Las reacciones alérgicas
a las transfusiones de sangre (como la aparición de ronchas o picazón)
ocurren cuando se produce una reacción entre el sistema inmunitario del receptor
y las proteínas presentes en la sangre donada. En una cantidad muy reducida
de casos, la reacción alérgica puede ser muy grave (un trastorno denominado
anafilaxia). Estas reacciones se tratan deteniendo la transfusión
y administrando al paciente medicamentos para la alergia, básicamente antihistamínicos
y corticoesteroides. Cuando la reacción es leve, se puede reiniciar la transfusión.
Pero, si es más grave, es posible que los médicos deban adoptar otras
medidas antes de proseguir con la transfusión.
- Reacción hemolítica. La palabra hemólisis
se refiere a la destrucción de glóbulos rojos. Esta reacción
puede poner en peligro la vida del receptor de la transfusión. Ocurre cuando
las sangres de donante y receptor no son compatibles. Cuando los tipos de sangre no
coinciden, el sistema inmunitario del receptor ataca a los glóbulos rojos de
la sangre donada y los destruye. Si se produce una reacción hemolítica,
los médicos detienen la transfusión y tratan los síntomas. De
todos modos, las reacciones hemolíticas son muy poco frecuentes, ya que los
profesionales de la salud adoptan muchas precauciones para verificar que las sangres
de donante y receptor sean compatibles antes de iniciar una transfusión.
Prácticamente en todos los casos, los efectos beneficiosos de recibir una
transfusión de sangre superan con creces a los riesgos implicados.
La Cruz Roja estima que el 15% de todos los donantes de sangre de EE.UU. son estudiantes
de enseñanza secundaria superior o universitaria. Si reúnes los requisitos
necesarios y te gustaría donar sangre, ponte en contacto con el banco de sangre
de tu localidad o con la Cruz Roja Norteamericana para que te faciliten más
información al respecto. Podrías salvarle la vida a alguien.
Fecha de revisión: mayo de 2012
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