Qué debes hacer
Empieza a tomar tus propias decisiones
Cuantas más cosas aprendas sobre tu propia salud, más acertadas serán
las decisiones que tomes y más cómodos se sentirán tus padres
permitiendo que las tomes.
Elegir a tu propio médico es una de las decisiones más importantes
que puedes tomar. Mucha gente prefiere conservar al médico que la ha llevado
desde que era pequeña a lo largo de toda la adolescencia (aunque, si tu médico
es pediatra, deberás acabar haciendo el cambio). Otra gente considera que la
adolescencia es un buen momento para cambiar a un médico de familia, a un especialista
en medicina adolescente o un internista.
Tu médico debe ser una persona con quien te sientas cómodo
para hablar sobre cualquier cosa, como tu imagen
corporal, el hecho de salir con chicos o chicas, tus relaciones
sentimentales, la presión
del grupo para beber alcohol o consumir drogas, los problemas escolares o la depresión. Aclara qué
es lo que más te importa, como tener un médico que te haga buenas preguntas,
que sea joven o que sea de tu mismo género. Tómate todo el tiempo que
necesites para encontrar al médico adecuado. Si tienes que cambiar de médico
un par de veces, no pasa nada.
Incluye a tus padres cuando tomes tus decisiones. Ellos se han encargado de llevar
todos los temas relacionados con tu salud hasta ahora, y lo más probable es
que necesiten un período de transición para hacer bien el "traspaso".
Es posible que tus padres prefieran que te siga visitando un médico en concreto;
por ejemplo, si tienes hermanos y/o hermanas, les resultará más fácil
que el mismo médico los atienda a todos a la vez. Pero seguirá habiendo
formas de que tomes tus propias decisiones.
He aquí algunas de las cosas que puedes empezar a hacer cuando tengas
alrededor de 14 años:
- Programa tus propias horas de visita con tus médicos. ¿Se te ha
reactivado la alergia? ¿Te toca la revisión médica deportiva?
Dile a tu madre o tu padre que quieres ser tú quien llame para pedir hora de
visita. Si crees que eso te va a ayudar, pide a tu madre o a tu padre que se siente
a tu lado mientras haces la primera llamada o hazte una lista de las cosas que debes
decir.
- Llama cuando necesites recetas
nuevas y pasa a recoger tus medicamentos por la farmacia. Ahora es posible
bajarse aplicaciones para comprar más medicamentos que ya te hayan recetado
cuando se te acaben sin necesidad de llamar a la consulta del médico por teléfono.
- Conserva tus propios documentos
relacionados con la salud.
- Dedica un tiempo para estar a solas con tu médico en cada vista. Esto te
ayudará a construir una buena relación de colaboración con él.
He aquí lo que deberías hacer tras concluir la enseñanza
secundaria:
- Ten copias de tu historia
clínica o información sobre cómo conseguirla (por ejemplo,
el lugar donde la guardan en tu centro de estudios o en la consulta de tu médico).
- Conoce el nombre de tu seguro médico y con quién tendrías
de contactar en tu compañía médica.
- Entiende la información básica sobre la cobertura de tu seguro médico
y sobre cómo sacarte el tuyo propio cuando dejes de estar incluido en el seguro
de tus padres.
- Conoce cómo obtener derivaciones a especialistas, en caso de que las necesites.
- Si padeces una afección médica de carácter crónico
o necesitas atención médica especial, contacta con tu sede local de
la Seguridad Social para beneficiarte de sus servicios a partir de los 18 años.
Conforme vayas adoptando un rol cada vez más activo en la gestión
de tu propia salud, pide ayuda a tus padres. Aunque estés bastante seguro de
conocer la respuesta a algo, pedir ayuda es una buena forma de trasmitir a tus padres
la tranquilidad de que te responsabilizas de tu salud y de que les harás preguntas
cuando lo necesites.
Las pólizas de los seguros médicos pueden ser complicadas y cambian
a menudo. Permitir que tus padres participen en este proceso te puede ayudar a estar
seguro de que los médicos aceptarán tu seguro médico y no tendrás
que pagar tú todos los gastos.