Ayude a su hijo a organizarse
(Help Your Child Get
Organized)
La mayoría de los niños generan un poco de desorden y de desorganización
en una casa. Su hijo es posible que vaya de una cosa a otra: se olvida los libros
en la escuela, deja la toalla tirada por el suelo y no acaba los trabajos escolares
cuando le toca. A usted le gustaría que su hijo se organizara mejor y que se
concentrara más en las tareas, como cuando tiene que hacer los deberes. ¿Es
posible?
Sí, lo es. Hay una cantidad reducida de niños que parecen organizarse
bien de forma natural, pero en el resto la organización es una habilidad que
se aprende con el paso del tiempo. Con ayuda y algo de práctica, los niños
pueden desarrollar un enfoque eficaz para hacer bien sus tareas. Y usted es quien
mejor se lo puede enseñar, ¡incluso aunque no se considere de lo más
organizado!
Tan fácil como 1-2-3
Para un niño, todas las tareas se pueden descomponer en un proceso 1-2-3.
- Organizarse significa que el niño se dirija al lugar dónde
necesite estar y reúna todo el material y accesorios que necesite para realizar
la tarea.
- Mantener la concentración significa focalizarse en la
tarea y aprender a decir "no" a posibles distracciones.
- Completar la tarea significa llegar hasta el final, repasar el
trabajo y darle los últimos toques, recordando, por ejemplo, introducir los
deberes en la carpeta adecuada y meter la carpeta en la mochila a fin de que esté
preparada para el día siguiente.
Una vez un niño conoce estos pasos y sabe cómo aplicarlos, puede
empezar a abordar las tareas con mayor independencia. Esto significa que hará
los deberes, las labores domésticas y otras tareas con una consistencia y eficacia
cada vez mayor. Por descontado, seguirá necesitando la ayuda y la guía
de sus padres, pero lo más probable es que usted no necesite regañarlo
tanto.
Enseñar estas habilidades a su hijo no sólo es algo práctico
sino que el hecho de saber el modo de llevar a cabo las propias tareas le ayudará
a sentirse más competente, eficaz y capaz. Los niños sienten orgullo
y seguridad en sí mismos cuando son capaces de llevar a cabo sus propias tareas
y de asumir sus responsabilidades. Y seguro que se sienten satisfechos cuando constatan
que disponen de más tiempo libre para hacer lo que más les gusta.
De cepillarse los dientes a hacer un trabajo de redacción sobre
un libro
Para empezar, preséntele el método 1-2-3 y ayude a su hijo a ponerlo
en práctica en el día a día. Hasta algo tan sencillo como cepillarse
los dientes es compatible con este enfoque, de modo que puede utilizar este ejemplo
para presentarle el concepto:
- Organizarse: su hijo ha de ir al lavabo, coger el cepillo de
dientes y la pasta de dientes y abrir el grifo.
- Mantener la concentración: los dentistas recomiendan cepillarse
los dientes durante tres minutos seguidos, lo que significa que su hijo debe seguir
cepillándose los dientes aunque pongan una magnífica canción
por la radio o se acuerde de que le apetece llamar a un amigo. Deberá concentrarse
en lo que dicen los dentistas sobre cepillarse a conciencia las encías.
- Completar la tarea: si se completan los dos primeros pasos, el
tercer paso casi llega por sí mismo. ¡Hurra, ya han transcurrido los
tres minutos y los dientes han quedado perfectamente limpios! Completar la tarea implica
acabarla y darle los últimos toques. En este caso, consistirá en cerrar
el grifo, dejar la pasta y el cepillo de dientes en su sitio y ¡asegurarse de
que no le quedan restos de espuma en la cara!
En una tarea más complicada, como hacer un trabajo de redacción sobre
un libro, los pasos serán más complejos, pero los elementos básicos
seguirán siendo los mismos.
He aquí cómo podría guiar a su hijo a lo largo de los distintos
pasos:
1. Organizarse
Explíquele que este paso consiste en prepararse. Trata
sobre decidir qué es lo que se necesita hacer y reunir todos los elementos
necesarios para llevarlo a cabo. Por ejemplo: "O sea que tienes que hacer un trabajo
sobre un libro. ¿Qué necesitas hacer para empezar?" Ayude a su hijo
a elaborar una lista de cosas como: elegir un libro, asegurarse de que el libro es
adecuado para el profesor que le ha mandado el trabajo, anotar el título del
libro y el nombre del autor, a sacar el libro de la biblioteca y marcar en el calendario
la fecha de devolución.
Luego ayude a su hijo a pensar en el material y los accesorios que necesita: el
libro, varias tarjetas para tomar notas, un bolígrafo para escribir, el listado
de preguntas formuladas por el profesor sobre el libro, folios para redactar el trabajo
y una tapa. Pídale a su hijo que lleve todos los accesorios al lugar donde
llevará a cabo el trabajo.
A medida que su hijo vaya avanzando en el proyecto, enséñele a utilizar
la lista para comprobar qué puntos ha cumplido ya y prepararse para los siguientes.
Sírvale de modelo para indicarle cómo añadir nuevos puntos a
la lista. Indíquele que se plantee preguntas como: "Está bien, esto
ya lo he hecho. ¿Qué me toca a continuación? Está claro,
empezar a leer el libro" y que aprenda a añadir elementos a su lista, como,
por ejemplo, acabar el libro, leer las preguntas del profesor y empezar a redactar
el trabajo.
2. Mantener la concentración
Explíquele a su hijo que esta parte consiste en hacer el trabajo
y perseverar en su consecución. Dígale que esto significa hacer lo que
se supone que ha de hacer, seguir los puntos de la lista y ceñirse a la tarea.
También significa centrarse en la tarea a pesar de que haya algo más
que su hijo preferiría hacer: ¡esta es la parte más dura de todas!
Ayude a su hijo a sobrellevar y resistirse a esas inevitables tentaciones. Mientras
está haciendo un trabajo, le puede venir a la mente la idea de: "Me apetece
muchísimo hacer unos cuantos tiros libres en la pista de baloncesto". Enséñele
a su hijo a resistirse a este tipo de impulsos formulándose preguntas como:
"¿Es eso lo que se supone que debería estar haciendo?". Explíquele
también que son adecuados los descansos breves para estirar un poco las piernas
y después volver a la tarea que se tiene entre manos. Y, tras completar la
tarea, su hijo tendrá la oportunidad de jugar al baloncesto cuanto quiera.
Hágale saber que mantener la concentración puede ser difícil
algunas veces pero que se trata de una habilidad que mejora con la práctica.
3. Completar la tarea
Explíquele que esta parte consiste en concluir o finalizar la tarea.
Háblele sobre aspectos como ser limpio en los trabajos escolares y pedir a
uno de sus padres que se lo repase para ayudarle a detectar posibles errores o faltas.
Instruya a su hijo para que no se olvide de seguir estos importantes pasos: escribir
su nombre en el trabajo, colocarle una tapa o cubierta, introducir el trabajo dentro
de la carpeta correcta y meter la carpeta dentro de la mochila para podérselo
entregar al profesor.
Cómo empezar
He aquí algunos consejos sobre cómo empezar a enseñarle a
su hijo el proceso 1-2-3:
Preséntele la idea
Empiece la conversación utilizando los ejemplos anteriores y muéstrele
a su hijo el artículo dirigido a los niños titulado: "Organizarse, mantener
la concentración, completar la tarea". Léanlo los dos juntos y compruebe
cómo reacciona. ¿Le resultará fácil o difícil?
¿Ya practica algunas de las pautas que se recomiendan? ¿Hay algo en
lo que le gustaría mejorar?
Favorezca su aceptación
Lleven a cabo una lluvia de ideas sobre qué resultaría más
fácil o mejor si su hijo fuera más organizado y se concentrara más
en las tareas. Tal vez haría más deprisa los deberes, dispondría
de más tiempo para jugar y le regañarían menos por no cumplir
con sus obligaciones. Y luego estará la bonificación añadida
de lo orgullosos que se sentirán, tanto su hijo como usted, por haber cumplido
con sus objetivos.
Fíjele expectativas
Sea claro y trasmítale con amabilidad que usted espera de su hijo que trabaje
este tipo de habilidades y que usted estará disponible para ayudarle en el
proceso.
Tenga un plan
Decida en qué va a centrarse primero. Puede proponerle tres tareas a su
hijo y darle a elegir entre ellas. O, si los deberes de determinada asignatura resultan
especialmente problemáticos, ese sería el lugar por donde podría
empezar.
Siéntase cómodo en su papel
Para obtener los mejores resultados, usted deberá convertirse en un entrenador
de los que no aprietan mucho a sus jugadores. Usted puede formular preguntas que ayudarán
a su hijo a encaminarse correctamente. Pero deberá utilizar esas preguntas
para favorecer en su hijo el proceso de pensamiento sobre qué necesita hacer.
Elogie sus progresos, pero no se pase de la raya. Su propia satisfacción personal
será un motivador mucho más potente. Asimismo, asegúrese de pedirle
a su hijo la opinión sobre cómo le están yendo las cosas hasta
el momento.
Empiece a pensar formulándose preguntas
Aunque es posible que usted no se haya dado cuenta, cada vez que lleva a cabo una
tarea, se formula preguntas, que luego responde con pensamientos y acciones. Si quiere
sacar del coche los alimentos que acaba de comprar, usted se preguntará:
- Pregunta: ¿He sacado todas las bolsas del maletero o baúl?
Respuesta: No. Voy a sacar las que quedan.
- Pregunta: ¿He cerrado el maletero?
Respuesta: Sí.
- Pregunta: ¿Dónde están la leche y los helados? Tengo que
ponerlos en su lugar primero.
Respuesta: Listo. Ahora, ¿qué es
lo que toca?
Anime a su hijo a que conciba las tareas como una serie de preguntas y respuestas
encadenadas. Sugiérale que se formule las preguntas en voz alta y después
las conteste. Esas preguntas son las que a usted le gustaría que acabaran estando
en la mente de su hijo. Y, con la práctica, su hijo aprenderá a formulárselas
sin que nadie se lo indique.
Colaboren los dos para dilucidar las preguntas que se deben formular a fin de realizar
y completar la tarea elegida. Hasta las pueden anotar en fichas o tarjetas. Empiece
siendo usted quien formule las preguntas y pídale a su hijo que las conteste.
Más adelante, transfiera la responsabilidad de formular las preguntas a su
hijo.
Cosas a recordar
Que un niño sea capaz de dividir una tarea en sus múltiples pasos
es algo que requiere tiempo. Y también requiere tiempo que un niño aprenda
a aplicar estas habilidades a las tareas que necesita realizar. A veces, a un padre
puede parecerle más fácil llevar a cabo él mismo los trabajos
escolares de su hijo. Y es evidente que eso le llevará menos tiempo. Pero el
problema radica en que los niños no aprenden a ser independientes ni a rendir
por sí solos si sus padres se presentan ipso facto e intervienen en todas las
situaciones difíciles o que les plantean retos.
He aquí el motivo de que el método que le proponemos compense con
creces su tiempo y su esfuerzo:
- Los niños aprenden las habilidades que necesitan: a servirse un tazón
de leche con cereales, a atarse los cordones de los zapatos, a elegir piezas de ropa
que pegan entre sí, a hacer y finalizar los deberes.
- Estas habilidades les ayudan a desarrollar una sensación de independencia.
Un niño que se viste solo con 4 años, se sentirá "mayor". Se
trata de una sensación agradable que se afianzará con el paso del tiempo
conforme aprenda a hacer cada vez más cosas sin ayuda. Es a partir de este
tipo de experiencias que los niños se empiezan a formar una creencia sobre
sí mismos. Es decir, la creencia de que "soy capaz", de que "lo puedo hacer".
- Sus expectativas, dichas con firmeza pero también con amabilidad, de que
su hijo debería empezar a realizar determinadas tareas por
si solo le trasmiten un importante mensaje. Usted refuerza su independencia y le anima
a aceptar cierto nivel de responsabilidad. Los niños aprenden que los demás
les fijan expectativas y que ellos las pueden cumplir.
- Este tipo de enseñanza puede constituir un inmenso gesto de amor. Usted
está dedicando su tiempo a mostrarle a su hijo cómo hacer cosas por
sí mismo, con interés, paciencia, amor, amabilidad y empeño.
Esto hará que su hijo se sienta querido y cuidado. Piense en ello como si estuviera
llenando la caja de herramientas de su hijo con unos utensilios decisivos y fundamentales
para la vida.
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