Chris acaba de encontrar en Internet un material estupendo para su trabajo de ciencias
sobre tiburones. Selecciona un párrafo donde se explica que la mayoría
de tiburones alcanzan una longitud de solo 3 a 4 pies (entre 90 y 122 cm) y que no
atacan a las personas. Chris lo corta y lo pega en su trabajo. Cambia inmediatamente
la letra para que se ajuste al resto del documento y prosigue con su investigación.
Vaya, vaya. Chris acaba de cometer una grave equivocación. ¿Sabes
qué ha hecho? Ha cometido un plagio. El plagio es cuando utilizas las palabras
o ideas de otra persona haciéndolas pasar por propias. No está permitido
en centros de primaria y secundaria, en la universidad ni más allá de
los estudios universitarios, de modo que es una buena idea aprender a utilizar las
fuentes, como páginas de Internet, libros y revistas, de la forma adecuada.
El plagio es una forma de engaño, pero es algo complicado y un niño
puede cometerlo sin entender que está mal. Chris debería haber citado
al autor y mencionado la dirección de la página de Internet donde encontró
la información. ¿Por qué? Porque él no conocía
esa información antes de consultar esa página. Esas no son sus ideas.
Plagiar es robar ideas
La palabra plagio procede de la palabra latina plagium, que significa secuestro.
Secuestrar es robar personas. El plagio consiste en robar las ideas o las palabras
de otra persona. No se te ocurriría robarle a alguien la comida o la bicicleta,
¿verdad? Pues bien, las palabras e ideas de las personas también son
propiedades personales.
¿Qué debería haber hecho Chris? Debería haber anotado
la dirección de la página de Internet y el nombre del autor que escribió
el artículo. Entonces podría haber incorporado la información
dando crédito a la fuente. Los profesores tienen distintas normas sobre cómo
deben citarse las fuentes. A veces, basta con proporcionar la lista de las fuentes
consultadas al final del trabajo. Otras veces, el profesor tal vez prefiera que cites
la fuente inmediatamente después de la información que extrajiste de
ella. O tal vez podrías mencionar la fuente en la misma frase que facilite
la información [por ejemplo: "Según los National Institutes of Health
(Institutos Nacionales de la Salud), respirar humo del tabaco fumado por otras personas
puede provocar problemas en los niños asmáticos".]
Todo esto no debería ponerte nervioso e impedirte utilizar páginas
de Internet, libros y otras fuentes. Es estupendo poder obtener información
procedente de expertos en la materia sobre temas que apenas conoces. Solo tienes que
asegurarte de indicar dónde obtuviste la información. Si actúas
de este modo, estarás fuera de toda sospecha.
No siempre es fácil saber qué es un plagio y qué no lo es.
A veces es algo accidental o involuntario; realmente intentabas hacer tu propio trabajo
pero, en lugar de ello, acabaste redactando algunas frases que se parecen mucho a
algo que habías leído. Tal vez no haya sido intencional pero, si no
identificas la fuente original, te arriesgas a tener muchos problemas.
De modo que, incluso si redactas la información con tus propias palabras,
también deberías citar la fuente. Pregúntate a ti mismo: "¿Lo
sabría si no hubiera leído esa página de Internet o ese libro?"
Si la respuesta es no, cita la fuente.