¿En qué consiste operarse?
Aunque seas un amante de las series de televisión sobre hospitales, es posible
que esas series también te pongan nervioso sobre lo que ocurre en un quirófano.
Millones de adolescentes entran cada año en quirófanos; por lo tanto,
te puede ayudar saber qué esperar antes de llegar al hospital.
Dependiendo del tipo de operación que necesites, es posible que ingreses
en un hospital o que te operen en régimen ambulatorio
o externo. Si te ingresan en un hospital, generalmente tendrás
que permanecer allí durante un día o más para que los médicos
y enfermeros supervisen atentamente tu recuperación. Si te operan en régimen
ambulatorio, volverás a casa el mismo día de la operación. Este
tipo de operaciones se pueden hacer en un hospital o bien en una clínica
provista de quirófano, y podrás volver a casa cuando el médico
decida que estás preparado.
Qué esperar
Si tu operación no es una urgencia médica, te la programarán
con tiempo de antelación. Visitarás el hospital o el centro ambulatorio
antes de operarte. Ejemplos de operaciones de urgencia incluyen una rotura de codo
o una apendicitis. Cuando requieras este tipo de operación, te dirigirás
al quirófano después de que te diagnostiquen el problema quirúrgico
que padezcas.
Cuando te programen una operación con tiempo de antelación, llegarás
al hospital y un enfermero u otro miembro del personal hospitalario iniciará
el proceso de admisión. Te empezará haciendo preguntas sobre tus antecedentes
médicos, incluyendo cualquier alergia y cualquier
otro síntoma o dolor que puedas tener. A las chicas, es posible que les pregunten
si hay alguna posibilidad de que estén embarazadas. El personal de enfermería
también tomará tus signos vitales, como la frecuencia
cardíaca, la temperatura y la tensión arterial.
Poco después de que llegues al hospital, te darán una pulserita de
identificación (una cinta de plástico que llevará tu nombre y
tu fecha de nacimiento) que te colocarán alrededor de la muñeca. También
te preguntarán cuándo has comido o bebido por última vez. Tal
vez te parezca extraño, pero es algo muy importante para tu seguridad. Tener
comida o bebida en el estómago puede desencadenar vómitos durante o
después de la operación y provocar peligrosas complicaciones.
Tal vez tengan que hacerte otras pruebas, como radiografías y análisis
de sangre, antes de iniciar la operación.
Antes de la operación
Antes de la operación, tú y tu familia tendrán la oportunidad
de conocer al anestesista, un médico o enfermero titulado
especializado en administrar anestésicos. Los anestésicos son unos medicamentos
que te ayudarán a quedarte dormido o bien a perder la sensibilidad en la parte
del cuerpo que te vayan a operar para que no notes la operación. El anestesista
dispondrá de tu información médica para poderte administrar la
cantidad de anestésico que necesitas en función de tu edad, estatura
y peso.
Existen varios tipos de anestesia. La anestesia general hace que estés completamente
inconsciente durante la operación. Si recibes este tipo de anestesia, el anestesista
estará presente durante toda la operación para supervisar tu estado
y asegurarse de que recibes constantemente la dosis adecuada de anestésico.
Si te operan bajo anestesia local, el anestésico te dejará insensible
solamente la parte del cuerpo que te vayan a operar. Es posible que también
te administren un medicamento que te deje adormilado durante el procedimiento.
Antes de la operación, el médico o el enfermero te limpiará
(y afeitará, en caso necesario) el área del cuerpo que te vayan a operar.
Te pedirán que te quites todas las joyas y artículos que lleves puestos,
incluyendo pasadores, clips y cintas para el pelo, así como las lentes de contacto,
en caso de que lleves. Te darán una bata hospitalaria para que la lleves puesta
durante la operación.
Un miembro del personal de enfermería te pondrá una vía intravenosa
(VI) en el brazo, que unirá a un tubo de plástico fino que conectará
a un bolsa blanda llena de líquido. Probablemente utilizarán esa vía
para administrarte anestésico (si vas a recibir anestesia general) y/o líquidos
o medicamentos que tal vez necesites durante la operación.
Cuando te lleven en camilla al quirófano, tal vez veas que el personal médico
y de enfermería lleva mascarillas y/o anteojos de plástico, así
como gorros de papel, batas y botines sobre el calzado. Durante las operaciones, los
pacientes son vulnerables a las infecciones; por eso, toda esta indumentaria de protección
disminuye las probabilidades de infección mientras están dentro del
quirófano.
Un enfermero o técnico de quirófano te conectará a un equipo
provisto de monitor, colocándote en la piel unos parches adhesivos para medirte
la frecuencia cardíaca, y un manguito inflable en el brazo para medirte la
tensión arterial a intervalos regulares.
A veces, estudiantes de medicina y de enfermería observan las operaciones,
de modo que no te sorprendas si los médicos y enfermeros no son las únicas
personas presentes en el quirófano.
Después de la operación
Una vez completada la operación, te llevarán a la sala de recuperación,
donde los enfermeros supervisarán atentamente tu estado durante unas pocas
horas. A veces esta sala se denomina sala de postoperatorio o unidad de cuidados postanestésicos
(PACU, por sus siglas en inglés). Es posible que tu padre o tu madre puedan
visitarte allí.
Cada persona tiene una experiencia quirúrgica diferente pero, si has recibido
anestesia general, es habitual que te sientas mareado, confuso, tengas escalofríos
y/o náuseas o incluso que estés un poco triste cuando te despiertes.
Tras completar la operación, el cirujano les informará, a ti y a tus
padres, sobre cómo ha ido el procedimiento y responderá a las preguntas
que puedan tener.
Una vez haya pasado el efecto de la anestesia y estés completamente despierto,
te llevarán a una habitación del hospital ordinaria si vas a pasar allí
la noche. Si te has sometido a un procedimiento ambulatorio, el personal de enfermería
supervisará tu estado en otra habitación hasta que estés preparado
para volver a casa.
Si tienes dolor tras la operación, los médicos y enfermeros se asegurarán
de administrarte analgésicos (medicamentos contra el dolor) para aliviártelo.
Es posible que también necesites tomar otros medicamentos, como antibióticos,
para prevenir posibles infecciones.
Cómo evitar preocuparte por tu operación
La idea de que te tengan que operar te puede asustar bastante. Si estás
preocupado, prueba los siguientes consejos para tomártelo con más calma:
- Haz preguntas con tiempo de antelación.
El cirujano, el anestesista y los enfermeros podrán responder a tus preguntas
sobre la operación: cómo te encontrarás después, cuándo
podrás retomar tus actividades cotidianas, qué tipo de cicatriz te quedará,
etc. No te dé vergüenza hacer muchas preguntas: cuanto más informado
estés, más cómodo te sentirás con respecto a la operación.
- Asegúrate de que te queden bien claras las
instrucciones y, en caso contrario, pregunta. Tu médico o un enfermero
te darán instrucciones sobre lo que puedes y no puedes hacer antes de la operación
(instrucciones preoperatorias) y sobre lo que puedes y no puedes hacer después
de la misma (instrucciones postoperatorias). Por ejemplo, es posible que el médico
te pida que dejes de tomar ciertos medicamentos durante determinado período
de tiempo antes de operarte. (Si sabes que te van a operar y tomas algún preparado
a base de plantas medicinales o algún medicamento de venta sin receta médica,
como el ibuprofeno, deberías informar a tu médico porque es posible
que te diga que dejes de tomarlos.) Y sigue las indicaciones del médico sobre
el ayuno que debes hacer antes de operarte. Después de la operación,
es posible que debas restringir el ejercicio físico y las actividades durante
cierto tiempo.
- Practica hábitos saludables. Fumar
nunca es una buena idea, pero es especialmente malo fumar después de someterte
a una operación, cuando tu cuerpo está intentando recuperarse. Tira
a la basura los cigarrillos, haz abundante reposo y aliméntate con comida nutritiva.
- Prueba a practicar técnicas de relajación.
Si estás nervioso o ansioso, el hecho de hacer unas cuantas respiraciones lentas
y profundas o de focalizar la atención en un objeto de la habitación
te puede ayudar a alejar de tu mente los pensamientos estresantes y a afrontar la
ansiedad. Piensa en tu lugar favorito y en lo que te gusta hacer allí.
- Planifica las cosas con tiempo de antelación.
Si vas a tener que faltar a tu centro de estudios a consecuencia de la operación,
explícaselo a tus profesores con la suficiente antelación y organiza
bien las cosas para hacer los exámenes y las tareas escolares que tengas programadas.
Pide a un amigo de confianza que te pase los apuntes y la información sobre
trabajos y deberes escolares. Si planificas las cosas con tiempo, no tendrás
que pasar el período de recuperación estresándote por la notas.
- Explícaselo a poca gente. Si no te
apetece compartir con los demás los detalles de tu operación, no tienes
que hacerlo pero, si cuentas a algunos amigos que vas a faltar unos días a
clase, ¡tal vez te asegures algunas visitas! Quizás ellos también
quieran compartir sus propias experiencias quirúrgicas.
- Lleva al hospital algunas de tus cosas favoritas.
En cuanto salgas de la sala de recuperación, tal vez valores el consuelo que
te pueden proporcionar tus redes sociales, música, revistas o libros favoritos,
o tu querido diario. Por lo tanto, cuando prepares la bolsa para del hospital, asegúrate
de incluir también cosas que te hacen la vida más agradable.
Fecha de revisión: febrero de 2014
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