La ambliopía es un problema en la forma en que el cerebro interpreta las imágenes procedentes de uno o de ambos ojos. Esto dificulta la lectura en una pizarra colocada a cierta distancia o atrapar una pelota al vuelo. Por eso, muchos niños con ambliopía afirman que tienen problemas en sus tareas escolares o en las clases de educación física.
La ambliopía puede pasar desapercibida durante meses o incluso años, porque los padres atribuyen el bajo rendimiento escolar y deportivo de sus hijos a su falta de habilidades en estas áreas. Pero a veces la solución es tan fácil como llevarlos al oculista.
El tratamiento de la ambliopía permite corregir la forma en que el cerebro procesa las imágenes visuales y, a la larga, ayuda a mejorar la vista. Cuanto antes se inicie el tratamiento, mucho mejor. Esperar y no recibir un diagnóstico adecuado puede desembocar en pérdidas visuales irreversibles de cara al futuro.
Acerca de la ambliopía
La ambliopía u "ojo perezoso" es una afección donde el ojo y el cerebro no trabajan conjuntamente, como deberían hacer.
Desde el nacimiento hasta aproximadamente los 6 años de edad, se forman conexiones fundamentales entre los ojos y el cerebro del niño. Cualquier cosa que impida la visión o que haga la vista borrosa en uno o en ambos ojos puede inhibir o impedir el desarrollo de dichas conexiones. Esto puede hacer que el cerebro acabe por no reconocer completamente las imágenes vistas por un ojo o por ambos.
Cuando ocurre esto, el cerebro empieza a ignorar o a suprimir las imágenes procedentes de un ojo que, si no padeciera esta afección, estaría sano. El ojo se debilita y pierde agudeza visual. A esto nos referimos cuando hablamos de un ojo con ambliopía.
Causas
La causa más frecuente de la ambliopía es el estrabismo, o la desviación de uno o de ambos ojos hacia adentro (denominada esotropía o estrabismo convergente), hacia afuera (denominada exotropía o estrabismo divergente), hacia arriba (hipertropía) o hacia abajo (hipotropía).
Cuando los ojos están mal alineados, el ojo mejor alineado se vuelve dominante. La agudeza visual de ese ojo se conserva porque el ojo y su conexión con el cerebro funcionan con normalidad. Sin embargo, el ojo mal alineado o más débil no enfoca correctamente, y el cerebro suprime o ignora sus señales, lo que acaba generando, a la larga, una ambliopía.
No todos los niños con ambliopía son bizcos ni tienen la mirada desviada. De hecho, muchos de ellos tienen los ojos perfectamente alineados. En estos casos, la ambliopía suele ser consecuencia de una anomalía anatómica o estructural que interfiere o impide la visión, como un párpado caído o una catarata.
Otra causa de la ambliopía es la hipermetropía grave (hiperopía), la miopía o el astigmatismo (un tipo de visión borrosa). Estos problemas (“errores de refracción”) hacen que se vea borroso, y son esas imágenes borrosas las se envían al cerebro. Con el tiempo, el cerebro empieza a ignorar o a suprimir esas imágenes poco claras, lo que provoca una ambliopía en uno o en ambos ojos.
Otra causa puede ser el hecho de tener una graduación muy diferente en cada ojo, lo que se conoce como anisometropía. Cuando un ojo ve con mayor claridad que el otro, el cerebro puede ignorar o suprimir la visión del ojo con visión borrosa.
La genética también desempeña un papel. La ambliopía se tiende a dar por familias. También es más frecuente en niños prematuros o en aquellos afectados por un retraso del desarrollo.