Problemas en los riñones y las vías urinarias
Como ocurre en otros sistemas corporales, todo el conjunto del sistema urinario puede desarrollar enfermedades y trastornos.
En los niños, las siguientes afecciones son las más frecuentes:
Problemas congénitos de las vías urinarias. Conforme va creciendo el feto en el vientre materno, cualquier parte de las vías urinarias se puede desarrollar hasta alcanzar un tamaño, una forma o una posición anormales. Una anomalía congénita (que existe en el momento del nacimiento) frecuente es la duplicación de los uréteres, en la cual un riñón tiene dos uréteres en vez de uno. Este defecto ocurre aproximadamente en uno de cada 125 nacimientos y puede hacer que, con el paso del tiempo, el riñón acabe desarrollando problemas, con infecciones recurrentes y formación de cicatrices.
Otro problema congénito es el riñón en herradura, donde los dos riñones están unidos (o conectados) en un solo riñón en forma de arco, que suele funcionar con normalidad, aunque es más proclive a desarrollar problemas en etapas posteriores de la vida. Esta afección afecta a uno de cada 500 nacimientos.
La glomerulonefritis. Es una inflamación de los glomérulos, las partes de las unidades de filtración (nefronas) de los riñones que contienen una red de capilares (vasos sanguíneos diminutos). El tipo más frecuente es la glomerulonefritis posestreptocócica, que suele afectar a niños pequeños tras padecer una faringoamigdalitis estreptocócica. La mayoría de los niños con este tipo de nefritis se recuperan completamente, pero unos pocos pueden sufrir lesiones renales permanentes que, a la larga, requerirán diálisis o un trasplante de riñón.
La hipertensión (tensión arterial alta). La hipertensión puede ocurrir cuando se lesionan los riñones debido a una enfermedad. Los riñones controlan la tensión arterial regulando la cantidad de sal presente en el organismo. También fabrican la enzima renina que, junto con otras sustancias, controla el estrechamiento de las células musculares de las paredes de los vasos sanguíneos, lo que afecta a la tensión arterial.
La insuficiencia renal. Puede ser aguda (repentina) o crónica (desarrollándose a lo largo del tiempo y generalmente de larga duración o permanente). En ambos tipos de insuficiencia, los riñones reducen el ritmo de filtración o dejan de filtrar sangre eficazmente, lo que provoca la acumulación de productos de deshecho y de sustancias tóxicas en la sangre.
La insuficiencia renal aguda se puede deber a muchas causas, como las infecciones bacterianas, las lesiones, la insuficiencia cardíaca, la intoxicación o la sobredosis de fármacos. El tratamiento incluye corregir el problema que ha provocado la insuficiencia y, a veces, una operación o la diálisis. La diálisis implica utilizar una máquina u otro dispositivo artificial para eliminar el exceso de sales, agua y otros productos de desecho del organismo cuando los riñones no son capaces de desempeñar esta función.
La insuficiencia renal crónica implica un deterioro progresivo de la función renal. En los niños, puede ser consecuente a una insuficiencia renal aguda que no mejora, a anomalías renales congénitas, a enfermedades renales crónicas, a infecciones renales recurrentes o a una hipertensión crónica grave. Si se diagnostica pronto, la insuficiencia renal crónica en niños se puede tratar, aunque generalmente no se puede revertir. Es posible que el niño requiera un trasplante renal en el futuro.
Los cálculos renales (nefrolitiasis). Los cálculos renales (también llamados "piedras renales") son el resultado de la acumulación de sales cristalizadas y minerales, como el calcio, en las vías urinarias. También se pueden formar después de una infección. Los cálculos renales que son lo bastante grandes como para obstruir un riñón o un uréter pueden provocar fuertes dolores abdominales. Las piedras renales suelen atravesar las vías urinarias por si solas, pero algunas de ellas se tienen que eliminar mediante operaciones.
La nefritis es cualquier inflamación del riñón. Puede estar provocada por una infección, un medicamento o una enfermedad autoinmunitaria (como el lupus), aunque a veces se desconoce su causa exacta. Las nefritis se suele detectar cuando se encuentran proteínas y sangre en la orina.
El síndrome nefrótico. Este tipo de enfermedad renal conduce a pérdida de proteínas por la orina y a inflamación de cara (a menudo también de ojos) o de cuerpo (a menudo alrededor de los genitales). Es más frecuente en niños de menos de seis años y afecta más a los niños que a las niñas. Se suele tratar con esteroides.
Las infecciones urinarias. La mayoría de las infecciones urinarias están provocadas por bacterias intestinales (como E. coli) que normalmente se encuentran en las heces. Estas bacterias pueden provocar infecciones en cualquier parte de las vías urinarias, incluyendo los riñones. La mayoría de estas infecciones afectan a las vías urinarias bajas (sobre todo a la vejiga y la uretra). Las infecciones urinarias afectan tanto a los niños como a la niñas, pero las niñas tienen más probabilidades de desarrollarlas que los niños. Esto se puede deber a que las niñas tienen la uretra más corta que los niños.
El reflujo vesicoureteral. En esta afección, la orina fluye hacia atrás (o hace reflujo) desde la vejiga hacia el interior de los uréteres. El reflujo puede llegar incluso hasta los riñones, donde puede haber infecciones y se pueden formar cicatrices con el tiempo. El reflujo vesicoureteral afecta al 1% de los niños y tiende a darse por familias. Se suele detectar después de que un niño pequeño tenga su primera infección urinaria. La mayoría de los niños superan las formas leves de esta afección con la edad, pero algunos de los afectados pueden desarrollar daño renal permanente e insuficiencia renal en etapas posteriores de la vida.
El tumor de Wilms. El cáncer de riñón más frecuente en la población infantil, se suele diagnosticar entre los dos y los cinco años de edad, y afecta a ambos sexos en la misma medida.
Fecha de revisión: mayo de 2015