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Cook Children's

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La motivación y la fuerza de voluntad

¿Has intentado alguna vez perder peso, sacar un promedio de sobresaliente en un curso, que te escojan para formar parte de un equipo deportivo, o te has planteado algún otro reto personal? En caso afirmativo, es posible que, como le ocurre a mucha gente, empezaras con muchas ganas, dando lo máximo de ti mismo, pero luego perdiste parte de la motivación y tuviste problemas para volverte a motivar como al principio.

¡No estás solo!

Todo el mundo se enfrenta al difícil reto de mantener la motivación cuando desea alcanzar sus objetivos. ¡Basta con que te fijes en la cantidad de personas que empiezan dietas de adelgazamiento, pierden peso y luego lo vuelven a ganar!

Lo cierto es que replantearnos las cosas, cambiar o empezar de nuevo, por pequeña que sea la faceta de nuestra vida que queramos modificar, es algo que impone. Pero no es imposible. Con el enfoque adecuado, seguro que lo puedes conseguir

Motivarse y mantener la motivación

¿Cómo mantener la motivación y seguir avanzando hacia la consecución de un objetivo? Todo es cuestión de planificar bien las cosas, tener expectativas realistas y ser perseverante. He aquí lo que necesitas hacer:

Primero, fíjate un objetivo. Empieza anotando lo que quieres conseguir: tu meta principal, lo que deseas que se haga realidad. Por ejemplo "Quiero sacar un promedio de sobresaliente en este curso" o "Quiero perder peso para la fiesta de fin de bachillerato" o incluso "Quiero participar en los Juegos Olímpicos" son metas principales porque son los objetivos últimos que la persona desea cumplir (evidentemente, algunas metas requieren más tiempo y más esfuerzo que otras). Está bien soñar a lo grande –es la forma en que mucha gente consigue lo que desea. Lo único que debes recordar es que, cuanto más ambiciosa sea la meta que te fijes, más tendrás que esforzarte para alcanzarla.

Sé específico. Es mucho más fácil planificar y alcanzar un objetivo concreto que uno vago. Supongamos que tu objetivo es perder peso. Eso es bastante vago. Concrétalo especificando cuánto peso quieres perder, por qué y cuando deseas haberlo perdido. Eso te ayudará a planificar la forma de alcanzar el objetivo. Cuesta más y más tiempo perder 10 Kg que perder solo 3, de modo que deberás ajustar el plazo de tiempo en consonancia.

Sé realista. La gente a menudo abandona sus objetivos porque sus expectativas son poco razonables. Algunos esperan perder peso y quedarse como sílfides en unas semanas en vez de en varios meses, o dejar de fumar de la noche a la mañana tras varios años de fumar como carreteros. Supongamos que quieres correr una maratón. Si intentas correr los más de 42 Km. de que consta una maratón mañana mismo sin entrenarte, es poco probable que lo logres. ¡Una persona promedio necesita un entrenamiento de cuatro meses para correr tantos kilómetros seguidos! Pero el mayor riesgo es que acabes tan agotado y te quemes tanto por el esfuerzo realizado que abandones tu sueño de correr en una maratón e, incluso, de correr en cualquier otra carrera.

Parte de la capacidad de mantener la motivación depende de ser realista sobre lo que uno puede conseguir dentro del período de tiempo que se ha fijado. Perder 3 Kg. para la fiesta de fin de bachillerato es algo factible si falta un mes para la celebración. Pero, si la fiesta es el próximo sábado, es imposible que pierdas tanto peso en tan poco tiempo. Asimismo, competir con el equipo de esquí olímpico es una meta factible si tienes 15 años y ya eres un esquiador destacado. Pero si tiene 18 y acabas de recibir tus primeras clases de esquí, el tiempo no está precisamente de tu lado.

Escríbelo. Pon tu objetivo específico por escrito. Luego vuélvelo a escribir. Una y otra vez. Las investigaciones muestran que escribir un objetivo forma parte del proceso mental de comprometerse a cumplirlo. Escribe tu objetivo cada día para no pederlo de vista y para recordarte a ti mismo lo mucho que deseas alcanzarlo.

Fragméntalo en objetivos parciales. Todo cambio requiere autodisciplina. Necesitas dedicar una atención constante para no apartarte de tu propósito. Una forma de allanar el camino es dividir el objetivo en pequeños pasos. Retomemos el ejemplo de perder 3 Kg. para la fiesta de fin de bachillerato. Supongamos que dispones de un mes, de modo que tu objetivo es alcanzable. ¿Pero qué haces para alcanzarlo?

Primero, divide tu objetivo en objetivos parciales (como perder 1 Kg. a la semana durante las dos primeras semanas y luego medio kilo durante las dos semanas siguientes). Luego establece tareas específicas a realizar diariamente, como comer cinco raciones de fruta y verdura y hacer media hora de ejercicio cada día. Anótalo en un calendario o agenda para que puedas llevar un registro de tus logros parciales.

Si tu objetivo es participar en una maratón, deberás seguir un proceso similar. Supongamos que estamos en el mes de febrero y la maratón se celebra en agosto –un marco de tiempo realista para prepararte. Empieza corriendo 3 Km. y ve aumentando gradualmente la distancia. Pide a un entrenador que te ayude a fijarte objetivos parciales factibles en lo que se refiere al incremento de la distancia y que te sugiera ejercicios para mejorar el rendimiento trabajando tanto la fuerza muscular como la resistencia.

El hecho de ir alcanzando frecuentemente pequeños objetivos es algo digno de celebrar. Te transmitirá confianza, seguridad en ti mismo, ánimos y motivación para seguir haciendo dieta, corriendo o haciendo lo que te hayas propuesto hacer. De modo que recompénsate por cada objetivo parcial que vayas alcanzando.

Anota también los objetivos parciales para poder hacer un seguimiento de lo que necesitas hacer, registrar los logros parciales a medida que los vayas cumpliendo y disfrutar sabiendo que te vas acercando a la gran meta. (El hecho de escribir los pasos específicos tiene otra ventaja –si notas que te flaquea la voluntad, puedes echar un vistazo a tu lista para comprobar el camino que ya llevas andado, animarte y reorientarte).

Comprueba tus progresos. Ahora que has dividido tu objetivo en una serie de objetivos parciales, comprueba tus progresos cada día.

Cuando cumplas un objetivo parcial, márcalo en tu lista. Dite a ti mismo: "Bueno, ya he perdido 1,5 Kg. ¡Ya estoy a mitad de camino para lograr mi objetivo!" Recompénsate con algo que te prometiste cuando te fijaste el objetivo. ¡Saborea el éxito! Y luego piensa en cómo vas a lograr el resto de tu objetivo: "¿Ahora cómo voy a conseguir perder el kilo y medio que me falta sin recuperar lo que ya he perdido?"

Si tienes un resbalón o te falla la voluntad, vuélvete a comprometer con tu objetivo. Si tienes un resbalón, no tires la toalla. Perdónate a ti mismo y organiza un plan para volver a retomar el camino que te llevará a tu objetivo. Date unas palmaditas en la espalda por el camino que ya llevas andado. No te machaques ni seas demasiado duro contigo, independientemente de lo que te hayas desviado del camino que te habías trazado. La mayoría de la gente tiene algún resbalón cuando intenta introducir algún cambio en su vida –es una parte natural del proceso.

El hecho de escribir las tareas diarias y los objetivos parciales también ayuda en este punto, porque, si llevas un registro de tus progresos, enseguida te darás cuenta cuando tengas un resbalón, lo que te hará más fácil retomar el camino hacia tu objetivo. Y sabrás exactamente cuándo te has salido del camino. De modo que, en vez desanimarte y decirte: "Nunca lo consigo cuando me propongo perder peso", puedes decirte a ti mismo: "No estoy perdiendo peso porque no he seguido mi programa dietético y de ejercicios diario.”

¿Y si tienes un resbalón tras otro? Pregúntate a tu mismo si estás realmente comprometido con tu objetivo. Si la respuesta es afirmativa, vuélvete a comprometer -y ponlo por escrito. El proceso de escribirlo todo también te puede ayudar a descubrir si estás o no realmente comprometido con un objetivo. Por ejemplo, tal vez estés más “enganchado” a la fantasía de ser una estrella del deporte que a la realidad de “sudar” para lograrlo.

Tómate los traspiés y resbalones como lecciones o recordatorios de por qué estás intentando hacer un cambio. Si te sales del plan trazado, no lo interpretes como un fracaso sino como una oportunidad para aprender algo nuevo sobre ti mismo. Supongamos que tu meta es no pelearte tanto con tu hermano o hermana. Tal vez aprendas que es mejor decir: "Ahora no puedo hablar sobre eso" y tomarte tu tiempo para tranquilizarte cuando notes que estás empezando a perder los estribos.

Mantén una actitud positiva. Imagínate o sueña cumpliendo tu objetivo: luciendo el vestido que te compraste para la fiesta de fin de bachillerato con tu esbelta figura, o marcando el gol de la victoria en la final de fútbol. La imaginación ayuda a no perder de vista lo que uno está intentando lograr. Ayuda mucho creer que es posible. Y también podrás recuperar tu imagen mental cuando te flaquee la voluntad o sientas que te falta motivación.

El pensamiento positivo y el lenguaje interno también son buenos aliados de la motivación, al favorecer la adopción de una actitud positiva. Dite a ti mismo: "Merezco sacar un promedio de sobresaliente en este curso porque he hincado los codos" o "Seguro que me sentarán bien los pantalones cortos este verano. ¡Estoy siguiendo mi programa de ejercicios y mi dieta de adelgazamiento!"

Búscate un compañero. Otro gran estímulo es encontrar gente que te apoye y anime. Búscate un compañero para entrenar con él, un amigo que también quiera perder peso o alguna persona que se haya propuesto un objetivo similar al tuyo para que os podáis apoyar mutuamente. Poder contar con alguien que comparte tu objetivo puede marcar la diferencia cuando te falle la voluntad –como cuando tengas que levantarte para correr a primera hora de la mañana.

Si no estás obteniendo el apoyo y los ánimos que necesitas de la gente que te rodea, tal vez necesites tomarte un respiro de una amistad en concreto y rodearte de personas que quieran ayudarte a alcanzar tu objetivo. Por ejemplo, si vas cada jueves a casa de un compañero para estudiar juntos al salir de clase, pero últimamente a tu amigo le ha dado por poner la televisión, enviar mensajes de texto o colgarse del teléfono ignorando tus ruegos de que es hora de estudiar, ha llegado el momento de cambiar de compañero de estudios. No podrás centrarte en tu objetivo si tu amigo no comparte ese objetivo –o, todavía peor, intenta alejarte de él. Busca otra persona que comparta tus objetivos y que se haya marcado un camino similar.

¡No tires la toalla!

Poner fin a un comportamiento insano o aprender a hacer algo nuevo y emocionante, a fin de cuentas, no es más que asumir la responsabilidad de nuestras vidas. Encontrar la motivación para hacerlo no es necesariamente fácil pero siempre es posible. Puedes mantener la motivación anotando tus objetivos, perseverando en el plan que te traces y recordándote a ti mismo qué te llevó en un principio a fijarte ese objetivo. Los cambios son emocionantes. ¡Si no, la vida sería muy aburrida! ¡Buena suerte en la consecución de tus objetivos!

Revisor médico: Expertos en medicina de KidsHealth