¿Y si persisten las pesadillas?
La mayoría de las veces, tener pesadillas no es un problema importante. A menudo ayuda mucho explicar los malos sueños a un adulto de confianza. El mero hecho de hablar sobre lo ocurrido es posible que te haga sentirte mejor. Si hay algo que te ha estado preocupando durante el día, el hecho de hablar sobre esos sentimientos también te puede ayudar.
Algunos niños "reescriben" sus pesadillas poniéndoles finales felices. Por ejemplo, Ben se podría imaginar saltando sobre el monstruo marino e iniciando un largo y maravilloso viaje con su familia por el mar. Otro truco para tener un mayor control sobre las pesadillas es dibujarlas y, luego, ¡hacerlas pedazos!
Algunas veces, ayuda llevar un diario de sueños, un cuaderno en el que describas los sueños que puedas recordar. Seguirles la pista a tus sueños ―buenos y malos― y a cómo te sentías antes de acostarte puede ayudarte a entender cómo funciona tu mente por las noches.
Si tienes pesadillas a menudo, quizás tú y tus padres querrían ver a un terapeuta o psicólogo para que te de una mano. Eso te dará la oportunidad de hablar sobre algunas de las cosas que te preocupan y que pueden estar relacionadas con las pesadillas.
Raramente, los niños que tienen pesadillas con frecuencia pueden necesitar ir a un médico especializado (neurólogo) o a una clínica del sueño. El médico podrá determinar si tus pesadillas son el resultado de alguna afección o trastorno. En una clínica del sueño te pueden analizar las ondas cerebrales, la actividad muscular, la respiración y otros procesos que ocurren en el cuerpo mientras duermes. Si nada más parece funcionar, es posible que tu médico te recete un medicamento para ayudarte a dormir por la noche de forma ininterrumpida.
Recuerda que las pesadillas no son reales ni pueden hacerte daño. Si sueñas con algo aterrador no significa que te vaya a suceder en la vida real. Tampoco significa que seas una mala persona que quiere hacer cosas malas o cosas que asustan a la gente. Todos tenemos pesadillas de vez en cuando.
No eres ningún bebé por tener miedo después de una pesadilla. Si necesitas acurrucarte junto a uno de tus padres o incluso junto a un hermano o hermana, no pasa nada. A veces, hablar con uno de tus padres o recibir un abrazo es todo lo que necesitas.
Las pesadillas pueden dar mucho miedo durante un ratito, pero ahora ya sabes cómo actuar cuando tengas una. O sea que ¡a soñar con los angelitos!
Fecha de revisión: julio de 2013